El grupo que gestiona Marrakech Riads, entre los que se encuentra esta pequeña joya, lo efectúa con la filosofía adecuada: compartir con el viajero sofisticado la gloria arquitectónica del viejo Marrakesh, renovando casas, riads y palacetes de los siglos XV y XVI. Dar Baraka es uno de esos sitios por antonomasia. El nombre ya de por si es especial, significando “casa de la suerte” o “bendición divina” en árabe, y en el momento en que se traspasa su portal y anchas paredes blancas, uno se siente transportado a un oasis de paz y tranquilidad – incluso estando a escasos diez minutos de la bulliciosa y emblemática plaza Jemma el Fna. ¿Qué es lo primero que llamará su atención? Tal vez el patio ajardinado o esa tranquila serenidad que nos embarga. O puede que sea esa exquisita combinación de telas y colores en las habitaciones, con cojines y persianas de tonos lavanda y unos cuartos de baño muy originales – todo ello indicativo de una bien cuidada instalación. Una azotea con vistas excelentes de Marrakesh y de su horizonte. Y luego están todos aquellos secretos escondidos que el visitante descubre por si mismo. Decididamente, un sitio para rememorar.