Marruecos, un país fascinante
Marruecos es a la vez un mundo aparte y algo que nos resulta familiar. Casablanca, Marrakesh, Tánger... Se nos escapan de la boca con suma facilidad como sitios que hemos oído numerosas veces y que poseen un cierto aire exótico, como de un cuento de Las Mil y una Noches. La realidad es que se trata de un país de gran belleza y arraigadas costumbres. En cuanto uno pone pie en esta tierra, se siente transportado a un lugar y un tiempo totalmente diferentes de los que dejó en casa, con fascinantes ciudades y paisajes que varían desde picos cubiertos de nieves eternas de las cordilleras africanas, a desiertos primigenios.
Al viajar a Marruecos hay que tener en cuenta ciertos requisitos: Por ejemplo es necesario tener pasaporte pero los ciudadanos de la UE, EEUU, Australia y Nueva Zelanda no necesitan visado. En cuanto al idioma, aunque la lengua oficial es el árabe, el uso del francés está muy extendido por lo que por lo general no tendrás problemas si lo hablas. Además el inglés gana constantemente terreno en popularidad, especialmente en las grandes ciudades como Marrakesh, Casablanca o Rabat.
Por otra parte el tiempo no varía prácticamente a lo largo del año, especialmente en la costa sur donde la temperatura suele ser agradable los doce meses del año. En la planicie, los meses frescos van de octubre a abril – pero estamos hablando de días agradablemente calurosos y noches que no bajan de los 15º. Por otro lado, el invierno en el norte es algo más frío y húmedo. La época de esquí va de diciembre a marzo.
La hospitalidad marroquí es muy conocida. Puedes seguir estas directrices, para que tu estancia te resulte más agradable: Evita utilizar una indumentaria llamativa, acepta el té de menta cuando te lo ofrezcan, ya que es un gesto de hospitalidad, evita beber, comer y fumar en público durante el día, y durante la duración del Ramadán. No es habitual que una familia marroquí te invite a comer a casa. Si ocurriera, no olvides lavarte las manos como gesto simbólico y esperar a que el dueño de la casa recite la basmala (“En el nombre de Dios...”).