Cerdeña: playas de arena blanca, lujo y relax
La segunda mayor isla del Mediterráneo es sin duda de las más impresionantes. Está formada por una serie de macizos montañosos, colinas y estrechas praderas de montaña, y tiene un litoral rocoso y acantilados que se alternan con preciosas playas de arena fina y numerosas calas. El paisaje costero, en especial el de la Costa Esmeralda, es de los más bellos del mundo.
Con una gran superficie forestal y un gran número de encantadores islotes dispersos frente a las costas, todo aquel que viaje a Cerdeña tiene que conocer la isla de Maddalena (Bocche di Bonifacio); así como las islas de San Pietro y Sant’Antioco, cerca de Cagliari. Y no te puedes marchar sin visitar las excavaciones arqueológicas de Tharros y los alcornocales al pie del Gennargentu.
La isla tiene vestigios de la Edad del Bronce, y estamos seguros de que esos primeros pobladores ya eran conscientes de su fortuna al vivir en uno de los rincones más bellos del Mediterráneo. Por ello, numerosos pueblos recalaron en ella: los fenicios, los cartagineses, los romanos, los vándalos, los godos, los bizantinos… Después vinieron las incursiones de los sarracenos, las luchas de los estados italianos por controlarla, el reino de Aragón, Austria y finalmente su incorporación al reino de Italia. Podemos entender que todo el mundo quisiera hacerse con Cerdeña, es un pequeño paraíso.