Fajã dos Padres

Vamos a empezar con los contras ya que este pequeño paraíso se lo puede permitir: Notar que quien tenga miedo de las alturas debe pensárselo dos veces antes de ir a Fajâ dos Padres.
El alojamiento se encuentra al borde del mar, pero para poder acceder al mismo se debe bajar un acantilado de 300 m por un teleférico de vista panorámica. De otra manera, sólo se puede llegar en barco.

Le espera un hermoso jardín con mangos, pitangas, aguacates y plataneros así como algunas mascotas. Del ascensor hasta las casas no es muy lejos, pero lo suficiente como para aumentar un poco el ritmo cardiaco.
Las 9 casas resultan sencillas pero confortables, eran antiguas guaridas de colonos, graneros o almacenes para el suministro de pesca. Fue también lugar de veraneo de frailes y no es de extrañar ya que el lugar es un pequeño paraíso de paz. Las casas tienen lo necesario para poder cocinar y son bastante espaciosas. Todas tienen una terraza con vista oceánica y total privacidad. La playa es de guijarros con aguas tranquilas no vigiladas, con una transparencia ideal para la práctica del buceo.
Un pequeño muelle facilita el acceso al mar y del mismo con previa reserva parte una embarcación a Funchal o al puerto mas vecino “Câmara de Lobos”. En el muelle se ha creado una amplia terraza acristalada y enverano le espera un conjunto de tumbonas y sombrillas para los bañistas. El restaurante es correcto con platos típicos de Madeira, donde se destacan el atún y otros pescados frescos. Los postres y acompañamientos son confeccionados con productos cultivados localmente. Todo rociado con el vino de malvasía también de producción autóctona.

Notar que Fajã dos Padres es un lugar para el reposo de las almas, las casas no tienen wifi y el teleférico (único acceso terrestre) opera solo desde las 10:00 hasta las 18:00 en invierno y hasta las 19:00 en verano.
¿Más secreto? Imposible.