La Maison du Frêne

En un mundo cada vez más estéril, encontrar joyas donde alojarse que destilan clase, personalidad y encanto es cada vez más difícil. Por eso nos entusiasmó encontrarnos con La Maison du Frêne en uno de nuestros viajes, por tener todos estos atributos – y encima algunos más. Sólo su situación en el precioso pueblo de Vence – donde por cierto vivió y pintó Matisse – sería razón suficiente para quedarnos aquí, pero los aspectos positivos siguen y siguen. El dueño, Thierry, es un anfitrión encantador con un buen ojo para todo lo bello y su renovación / decoración de La Maison du Frêne ha sido realmente espectacular. Desde fuera todo parece bastante normal y la fachada de este edificio del siglo XVIII encaja discretamente con la plaza deliciosamente clásica. Pero aquí es donde el bajo perfil se acaba. Entramos dentro y nos llevamos la primera sorpresa al tratar de absorber el estilo y magnificencia del salón principal. Es como deambular por una galería de arte ecléctica, donde la escultura moderna se codea con obras de Hockney, Gilbert y George y Arman que tratan de llamar su atención. Están, además, los pastiches de Picasso, Lichtenstein y otros. Todos pertenecen a la colección privada que Thierry ha ido amasando durante años. Incluso llegar a las habitaciones es una pequeña aventura. Pasamos el hall de entrada que nos muestra obras de Koons y Arman, por supuesto. Una vez en la habitación, esta vena artística continúa. En la suite Warhol, por ejemplo, se exhiben grabados de Marilyn – pero en cualquiera de ellas la decoración es tan singular como un cuadro de Hockney. Todo ello da como resultado que visitar La Maison du Frêne sea una auténtica delicia.