Monte Azaruja

Para quien no conozca el interior del Alentejo, con sus suaves colinas y su melancólica paz, llegar a esta bonita finca —con la entrada perfilada por cipreses y la tierra poblada de viñedos y olivares— es como refugiarse en un pequeño paraíso. En sus 16 acres se levanta una casa alentejana de gruesos muros, decorada con una delicada feminidad elegante.

La casa, fiel a la arquitectura alentejana, se alza serena con sus muros encalados y su tejado de curvas suaves. Dentro, cada rincón parece pensado para el sosiego, alternando muros blancos con un sereno tono “rosa viejo”. En el salón, sofás mullidos alrededor de la chimenea invitan a las conversaciones al atardecer. Hay también una pequeña biblioteca informal con libros, revistas y una televisión. El comedor, con su gran mesa redonda de diez plazas, es el escenario perfecto para cenas en las que nadie quiere ser el primero en levantarse.

La cocina, de buen tamaño y de un bonito azul, es otro de los corazones de la casa. Bien equipada, con un rincón para desayunos, invita a cocinar con cariño.

Cuatro dormitorios aseguran un buen descanso, decorados con sencillez y elegancia. Dos ofrecen camas dobles de 160 x 200 cm, otro cuenta con dos camas individuales, y el último —ideal para familias— tiene dos camas gemelas con un altillo donde pueden dormir dos niños más. La distribución es funcional, con dos baños en suite (uno con ducha amplia, otro con bañera), un baño compartido y un aseo adicional.

Pero el alma de esta finca se despliega en el exterior. La gran pradera, las tumbonas junto a la piscina, los rincones sombreados bajo el tejado curvado del porche… todo parece dispuesto para mirar sin prisa los campos infinitos de olivos y viñas. La mesa exterior —con espacio para hasta 20 comensales— sugiere almuerzos eternos bajo el cielo limpio del Alentejo. Y por todo el jardín, bancos de piedra, sofás y butacas esperan a que te sientes con un libro, un té o un vaso de vino.

El entorno es privado y cuidado: jardín vallado, portón eléctrico, aparcamiento dentro de la finca. Aunque no es ideal para personas con movilidad reducida, quienes buscan calma, autenticidad y una inmersión serena en el Alentejo encontrarán aquí un verdadero hogar lejos de casa. Muy agradable en invierno y maravillosa en primavera y verano.

Hay mucho para ver en los alrededores. Pueblos bonitos como Estremoz, Évora, Monsaraz y Arraiolos son ejemplos de preciosos pueblos blancos.