Villa Rosmarino

La verdad es que nos encanta esta clase de sitio – un perfecto ejemplo de hogar fuera del hogar. Como Villa Rosmarino dice en su publicidad: “Uno no sólo se queda en esta villa – uno vive en ella”. Y es que con su estupenda piscina, jardín y gente hospitalaria, el lugar es una delicia.
Tiene la ventaja de estar en Monte Portofino, un área protegida que se extiende hasta mar abierto, además de lindar con el golfo Paradiso y el golfo del Tigullio – lo que se traduce en unos paisajes esplendorosos dominando la encantadora aldea de Camogli, que a lo largo del tiempo ha atraído a muchos personajes famosos entre los que destaca Charles Dickens.
Sin embargo y durante muchos años, Villa Rosmarino se había convertido en un montón de escombros – restos del edificio original de 1907 – hasta que Mario, el actual propietario, lo hizo reconstruir imitando un típico palacio ligur, lo que significa persianas verdes y trompe l’oeil (trampantojos) en los techos, decoraciones y motivos florales.
Aunque por dentro la decoración se caracteriza por muebles modernos de diseño italiano complementados con obras de artistas internacionales contemporáneos. Enormes sofás, una larga mesa comunal, una moderna chimenea e incluso una biblioteca – y con una extensa terraza con vistas a la piscina y al golfo Paradiso que es perfecta para relajarse y disfrutar de la belleza que nos rodea, o para tomarnos un buen desayuno si el tiempo lo permite.
Los amantes de deportes acuáticos están de suerte. Las aguas que rodean Monte Portofino son parte de una Reserva Natural y los huéspedes pueden navegar, nadar o simplemente zambullirse en estas aguas de un azul cristalino. También podemos disfrutar de un buen pescado fresco en los numerosos restaurantes, a los que sólo se puede llegar en barco.