Languedoc-Rosellón: vino, costa y Pirineos

Languedoc–Rosellón está situado en el extremo sur de Francia y bordeado por los Pirineos, Andorra y España por la parte inferior – y por Provenza y los Pirineos Centrales al norte, hasta Auvergne. Posee un largo litoral mediterráneo con playas arenosas que se extienden 180 kms desde la frontera española hasta Camargue. En el Languedoc se encuentra la mayor superficie de viñedo vinícola de Europa y es conocido por su ritmo tranquilo de vida. 

Pero no todo es tranquilidad aquí, también puedes disfrutar de un gran número de actividades por su contrastado paisaje. Dispone de buenas playas en todo el litoral, que nos ofrecen una alta gama de deportes acuáticos. Además hay numerosos campos de golf – algunos de nivel profesional – por toda la región, que no resultan excesivamente caros. E incluso balnearios de aguas termales para tratar todo tipo de afecciones, o simplemente para relajarse y tonificar el cuerpo. 

Y para los amantes de la naturaleza, hay enormes reservas naturales que son hábitat de gran variedad de flora y fauna y nos ofrecen un entorno ideal para practicar el senderismo, rutas en bicicleta o montar a caballo. 

Puedes disfrutar de buena pesca en ríos y lagos, perfectamente señalizada y reflejada en buenos mapas topográficos. Escaladas en verano por los Pirineos, acompañados de guías experimentados – así como bicicleta de montaña y senderismo. Incluso en invierno, encontramos excelentes pistas para esquí de fondo y de nieve.

Como ves, la lista es interminable. Languedoc-Rosellón no es una región en la que te puedas aburrir.

Languedoc-Rosellón - hoteles con encanto

Desde que los griegos navegaran la costa de Languedoc-Rosellón hace más de 2.500 años, esta ha sido una región muy apreciada por su paisaje, su clima suave y su gastronomía. Aquí puedes disfrutar de algunos de los mejores vinos del mundo, visitar ciudades encantadoras como Carcassonne o Montpellier, y conocer la “cuna del cubismo” en Céret con su Museo de Arte Moderno. Conoce este precioso rincón de Francia de mano de Secretplaces y la lista de los mejores hoteles con encanto en Languedoc-Rosellón que te ofrecemos. Los mejores alojamientos cuidadosamente seleccionados para que puedas disfrutar de una experiencia única.

Dónde ir en Languedoc-Rosellón

Montpellier, capital de la región, es una magnífica ciudad universitaria con numerosas casas de los siglos XVII y XVIII, amplios bulevares, parques y jardines – el Jardin des Plantes, creado en 1593, fue el primer jardín botánico de Francia. Sète es el mayor puerto de pesca del Mediterráneo francés y tiene excelentes restaurantes de pescado – en julio y agosto celebran festivales con competiciones acuáticas. Narbona, fundada por los romanos, es un activo centro de comercio de vino y buen sitio para ir de compras. La Catedral de St.-Just rivaliza con cualquiera de las del norte de Francia y tiene unos magníficos tapices – cerca de la ciudad y en un valle, está la abadía benedictina de Fontfroide con su iglesia del siglo XIII y su jardín de rosales. 

Béziers tuvo su momento de prosperidad en el siglo XVII cuando se construyó el Canal du Midi que conecta el Mediterráneo con el Atlántico; el Museo de las Artes tiene obras de varios maestros de la Escuela Flamenca y Alemana, incluyendo Holbein; el circo romano es utilizado para corridas de toros en agosto. 

Perpignan, en tiempos capital del Reino de Mallorca, ha sabido conservar su legado español que se refleja en su arquitectura y en el ambiente de la ciudad. Un poco más lejos y en la costa están Collioure y Céret, que a principios del siglo XX eran unas simples aldeas cuya luz especial atrajo a diversos pintores como Matisse, Derain, Dufy, Picasso y Chagall.  

Picasso tenía un especial cariño por Céret, que presume ser la cuna del cubismo. Collioure fue una gran fuente de inspiración, como se refleja en muchas pinturas impresionistas. Esté rincón de la región llamado el Rosellón ha sido durante siglos motivo de luchas por su posesión, entre Francia y España.

Gastronomía en Languedoc-Rosellón

El rústico e independiente carácter de los habitantes de Languedoc–Rosellón, se ve reflejado en esos platos sanos y sin pretensiones que son típicos de la región. Fuertes sabores mediterráneos con una abundante utilización de hierbas, ajo y aceite de oliva.

Cordero aderezado con tomillo en las tierras altas, asado a la parrilla sobre fuego de sarmiento. Guisos de carne de caza o vaca, cocinados lentamente durante horas – o Cassoulet, el más famoso de los platos regionales. 

En el litoral hay buen pescado y marisco, y de las montañas son muy conocidas la charcutería, los jamones y los patés. Las setas del bosque, las naranjas y las castañas son utilizadas en diversos platos, así como las verduras frescas que crecen en abundancia en estos parajes. 

El famoso roquefort, para muchos el rey de los quesos, se elabora en esta región en Roquefort-sur-Soulzon con leche de oveja y luego se deja madurar de forma natural en las cuevas de Cambalou.

Dentro de los postres destacan las deliciosas tartas de fruta típicas y helados recién confitados en el Rosellón; pastelitos de miel y almendra; mazapán con frutos secos.

Y respecto a los vinos, los caldos de Languedoc–Rosellón gozan de una reputación que no para de aumentar y merecen ser explorados. No en vano se trata de los viñedos más antiguos de Francia.