Riad Al Bartal

Encontramos Riad al Bartal en una parte de Fez accesible en coche, cosa rara. Esta ciudad, además de ser el corazón religioso y cultural de Marruecos, es un laberinto de callejuelas con souks (mercadillos) y vendedores ambulantes en lo que para el visitante parece un auténtico caos. Sin embargo, en cuanto entramos en el patio de nuestro riad es como si nos encontráramos en un oasis en medio del desierto en el que reina la paz y la tranquilidad. Las habitaciones son algo mágicas con su difusa iluminación, suelos de mármol, deslumbrantes zelliges – esos mosaicos geométricos policromados –, maderas lacadas en rojo y oro y aromas de cedro, de la puerta y del balcón, que nos invitan a la relajación total. Un triunfo de la decoración marroquí de nuestros anfitriones – la pareja francesa Mireille y Christian Laroche – que además nos ayudarán a programar nuestros movimientos por esta fascinante metrópoli. Los desayunos son sencillamente magníficos, en el patio ajardinado escuchando el trinar de unos pajaritos que parecen residir en el lugar. Hay una terraza en la azotea, una biblioteca con toda clase de guías turísticas y un equipo de sonido estéreo con una buena selección de músicas. Las siete habitaciones dobles están, lógicamente, muy solicitadas, por lo que se recomienda reservarlas con bastante antelación.